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sábado, 4 de diciembre de 2010

Y… ¿dónde está Leslie Nielsen?

Sus películas humorísticas (pues antes de encontrar la veta del éxito fue actor de carácter y hasta actuó en la serie Perdidos en el espacio) son festivales auténticos de humor absurdo, con obvios vínculos con la comedia anarquista de los Hermanos Marx. Nielsen fue elegido para actuar en Airplane!, igual que el resto del elenco, debido precisamente en que se trataba de un actor serio. Aunque la historia gira alrededor del personaje de Robert Hays, quien se roba la pantalla es el doctor Alan Rumack. ¿La razón? Nielsen, explica el productor de la película, David Zucker, “ni pestañeaba. Parecía que no supiera que participaba en una comedia. Esto fue esencial para el estilo y Leslie poseía un instinto natural para ello”.
El título en español de Airplane! (Y… ¿dónde está el piloto?), aunque estúpido, se volvió emblemático y después fue recurrente a la hora de titular en México las demás cintas de Nielsen: Y… ¿dónde está el policía? (The Naked Gun, de 1988), Y… ¿dónde está el exorcista? (Repossessed, de 1990). La película es una sarta de situaciones, cada cual más absurda que la anterior y ésa fue la fórmula de su éxito. Realizada como una parodia de las cintas del género de desastres, tan populares en los años ochenta, su colección de disparates fundó un estilo fácilmente copiable, pero difícilmente igualado por las muchas películas paródicas que han sido producidas desde entonces. El tráiler de la película anticipa la sucesión épica de tonterías, pero también la idea detrás: de entre las nubes se puede ver el timón de dirección de un avión, amenazador, como si se tratara del tiburón de la cinta de Steven Spielberg, y, de hecho, la música que suena de fondo es parecida al tema de Jaws. En ese momento, el espectador sabe que puede esperar lo que sea, pero también que todo lo que sigue será una exageración. En ese avión cupieron lo mismo Robert Stack que el basquetbolista Kareem Abdul-Jabbar. Una escena resume todo: la del piloto automático.
    Sí, es verdad. Me han llamado el Lawrence Olivier de las parodias. Supongo que eso hace a Lawrence Olivier el Leslie Nielsen de Shakespeare.
    - Leslie Nielsen

Airplane! prácticamente inaugura el género, pero es la trilogía de The Naked Gun por lo que es más recordado, en donde esta vez el protagonista sí es él. En ella encarnó a su personaje más emblemático: el teniente Frank Drebin, un policía torpe pero duro, con nervios de acero pero sensible, que no habla francés pero sí besa así y que nos da la siguiente lección: “Es cierto lo que dicen: policías y mujeres no se mezclan. Es como tomar una cucharada de Drano: claro que te limpiará, pero te dejará vacío”. Una parodia redonda de la imagen del policía gringo típico. En esta serie de películas sus aventuras también están compuestas por una cadena interminable de gags, juegos de palabras y accidentes que van alimentando una bola de nieve, llevando las cosas a un punto tal en el que la única resolución posible es una estupidez más, épica, si se puede.
El personaje de Frank Drebin se vuelve un héroe y resuelve todas las situaciones gracias no a su talento, sino a accidentes felices, pero eso no le impide extinguir una operación terrorista mundial en contra de la reina Isabel (conformada por el Ayatolah Jomeini, Mijaíl Gorbachov, Yasser Arafat, Idi Amin y Kadaffi) o volverse umpire y meterse en un partido de las Grandes Ligas para detener un homicidio controlado por telepatía. Nada lo puede opacar, excepto, claro, Weird Al Yankovic.
Repossessed es la menos lograda de sus películas. Nielsen se había enfocado en el nicho que le había dado tanto éxito. De alguna manera es esta película una de las que iniciaron ese engolosinamiento que dio paso a las películas paródicas que años más tarde se volvieron tan comunes: de Scream a todas esas tontas películas de… lo que sea. Con Repossessed se rompió el equilibrio, pues las sorpresas y todos los detalles que habían dado personalidad al género, se explotaron sin fin (y sin finalidad). Pero aun así nos dejó algunas grandes películas cómicas y no hay nada que reprocharle. A donde haya ido, seguramente lleva consigo su famosa máquina de pedos con la que alguna noche rompió una pelea en un bar. Gracias, Leslie.

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